En este tercer encuentro de formación de profesores, abordamos otro tema esencial de las Enseñanzas: la respiración. Respirar es el acto vital fundamental de nuestra existencia. Desde la perspectiva yóguica, hay incluso textos antiguos que contabilizan la vida en número de respiraciones,
ni en meses ni en años.
Respirar como sabemos, es un ciclo que incluye la inhalación y la exhalación. A priori se puede pensar que se trata de algo sencillo, como un mecanismo automático que se inicia al nacer hasta el día en que morimos. Pero observamos que no es tanto así, pues también tenemos la posibilidad de dirigir la respiración de forma consciente. Es algo parecido a un avión, donde existe el piloto automático pero el conductor puede tomar el control de los mandos a su voluntad. Esto hace que su funcionamiento sea realmente interesante.
Pero además, a través de este movimiento y gracias a él, incorporamos en nosotros el Prana, la fuerza vital básica, aquello que nos da vida, vitalidad. Los yoguis aprovecharon estas cualidades para desarrollar una serie de técnicas, llamadas pranayama, que ajustan el modo de respirar con la intención de incorporar el Prana de una determinada forma en nosotros.
Durante los dos días del fin de semana, exploramos intensamente cada una de las variantes de estas técnicas, que incluyen los diversos modos de inhalar y de exhalar, las técnicas de suspensión del aliento, los tiempos a tomar en cuenta en cada ciclo, los matices respecto a respirar por la fosa nasal izquierda o derecha, etc. Hay multitud de factores a tener presentes para realizar correctamente los diferentes pranayamas. Lo principal es mantener una atención plena, una postura correcta y una práctica regular. Y poco a poco se irán abriendo espacios a la respiración que, a su vez, se transformarán en nuevos espacios mentales más abiertos, acercándonos de forma natural a los estados meditativos.
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